viernes, 8 de junio de 2018

DESDE LA RAIZ

Llevo doce años en el mundo de la educación formal y alguno más en la no formal. Comencé mi andadura allá por el año 2002. Pertenecía a una parroquia donde estábamos encargados de llevar la catequesis de post comunión. Pero la verdad, a medida que voy formándome sobre innovación, metodologías activas, gamificación, …me voy dando cuenta, que ya por entonces estábamos haciendo todo esto. Si es cierto que sin una base teórica, pero si una base de hacer las cosas, como dice mi mujer, “desde los ojos de los niños”.

Todos los temas que queríamos tratar se hacían por medio del juego, con las mecánicas que tiene el juego (retos, misiones, niveles, puntos,… ) eso durante el año. Los niños iban creciendo durante el curso consiguiendo mejor posicionamiento. Hacíamos unas convivencias, en las que se creaba misiones para ese día (microgamificaciones) y al final del año se daba el paso al nuevo nivel. Todo con un objetivo pedagógico como eran los valores cristianos y conocer la vida y obra de Jesús.
¿Qué conseguíamos con esto? Tener a nuestros niñ@s motivados, ilusionados por querer venir cada viernes a catequesis y disfrutar de esta hora con sus catequistas. Todo un éxito. Sin ninguna duda.

Más tarde tres de los que estábamos en la parroquia tuvimos la suerte de coincidir en el mismo cole en el que trabajamos actualmente. Aquí trabajamos el mismo modelo de catequesis y lo incorporamos a nuestro cole. Y poco a poco lo fuimos extrapolando a las clases. Ahora ya somos más lo que perseguimos esta idea.

Durante estas sesiones de catequesis se podía distinguir las diferencias entre gamificación, aprendizaje basado en juegos y jugar.

Se daba gamificación si nos fijábamos en el proyecto anual, conseguir ser el siguiente nivel, conseguir los diferentes retos,… a los chicos les dábamos algún tipo de distintivo que les indicaban que habían superado ese nivel. También lo podemos identificar con los campamentos de verano, que seguimos organizando en base a una historia que eganganchara con ellos (Harry Potter, Las crónicas de Spiderwick, El bosque de Sherwood, Samurais y el mundo japones, Piratas, La Tierra Media, Hijos de la Tierra, indios americanos, Narnia, El rey Arturo y la mesa redonda, El Valle del Sol, sobre tribus indígenas,… Una gran misión, con un objetivo claro, lleno de misiones, identificación con la historia, retos, elementos sorpresas, perdidas,…. Un gran proyecto gamificado durante diez días. Y por otro lado, las microgamificaciones creadas en las convivencias de un día.  Donde se podía ver lo todo los elementos de un gran proyecto en un tiempo reducido.

Si nos fijamos en el aprendizaje basado en juegos, dentro de estas sesiones de catequesis, de cada uno de los juegos de los campamentos o días de convivencia, creábamos juegos: gymkanas, juegos de la oca, juegos de rol, de tablero, … pero cambiábamos el los contenidos, los objetivos del juego¡, simplemente utilizábamos ese soporte para llegar a los objetivos didácticos y de narrativa a la que queríamos llegar.

Y por último, la parte del “jugar”. Siempre, todos los días de catequesis, unos 15 minutos comenzábamos jugando, el simple hecho de disfrutar con ellos, para liberar energía y poder empezar la sesión con atención y más calma.

En resumen, desde hace años que estoy en relación con la gamificación, sin saber toda la base científica que tiene. Y me alegra que lo que hacíamos no estaba tan desencaminado.
El niño vive en un mundo donde el juego es el mejor medio para aprender. No tengo ninguna duda. Eso es lo que aprendí durante todo este tiempo. Hasta aquí llegamos porque los que estábamos detrás, hicimos todos estos proyectos porque nos apasionaba, porque le poníamos corazón y amor. Porque queríamos lo mejor de nuestros catecúmen@s. Y ese es el motor principal de toda educación: el AMOR.

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